Desde el inicio de la Iglesia, el Señor continuamente ha llamado a chicos y chicas para que le sigan en estas vocaciones de la vida matrimonial, religiosa y sacerdotal. Una multitud numerosa de presbíteros y de personas consagradas, a lo largo de los siglos, se ha entregado totalmente a la Iglesia y al servicio del Evangelio. Hoy, el Señor continúa llamando, y hoy también hay jóvenes que responden con generosidad a la llamada de Dios. La vocación al sacerdocio y la vocación a la vida consagrada consisten en la llamada de Dios y la respuesta de la persona llamada. El Señor tiene siempre la iniciativa, pero es también necesaria la respuesta.